“¡Qué los fumiguen a todos!” Moral y opinión pública durante la pandemia de influenza.México, 1918

por Francisco Javier Delgado Aguilar

La historia, como la vida misma, está salpicada de confusiones, equívocos y malos entendidos. Cuando se trata de personajes notables y acontecimientos extraordinarios, los historiadores rescatan esos episodios para presentarlos como parteaguas que modificaron el transcurso de una vida ilustre o incidieron en un proceso histórico.

Pero, ¿qué pasa cuando los errores de juicio o las equivocaciones no tuvieron mayor trascendencia o fueron cometidos por personajes comunes y corrientes? ¿Es posible considerar las fallas y los malos entendidos como evidencia significativa para conocer las sociedades del pasado?  Pienso que sí y para tratar de demostrarlo presentaré un episodio ocurrido en la cámara de diputados federal, en la ciudad de México, en noviembre de 1918, justo cuando la epidemia de influenza atacaba a los habitantes del capital y de buena parte del territorio de México.

Como ya se ha mencionado en otra entrada de este mismo blog (https://blogatarraya.com/2020/05/03/los-debates-del-congreso-y-la-pandemia-de-gripe-espanola-de-1918-en-mexico/) desde mediados de octubre de 1918, los legisladores discutían la propagación de la influenza. El tema saltó a la palestra el sábado 16 de noviembre 1918, cuando se presentó una propuesta del ciudadano Heraclio Aguilar. Preocupado ante la perspectiva de que las autoridades clausuraran temporalmente los principales centros públicos de reunión y espectáculos para frenar la pandemia, Aguilar puso a consideración de los legisladores la siguiente alternativa: fumigar teatros, salones de cine e incluso la cámara de diputados, “teniendo dentro a todos los concurrentes y empleados”.

            La comisión de diputados consideró que la iniciativa era “loable” pero “inadecuada” y propuso a su autor que la dirigiera al Departamento de Salubridad.  El asunto no habría tenido mayor relevancia de no ser por la intervención de un diputado de apellido Quiroga, quien criticó a la comisión por calificar de “loable”  la propuesta de Aguilar y pidió que se desechara sin mayores comentarios, pues de otra forma los diputados harían el ridículo.

Esta intervención dio pie a una discusión que aprovechó otro diputado de apellido Avellaneda para encender el debate, al asegurar que aunque la proposición era absurda, constituía “el sarcasmo más sangriento” que se podía hacer a la cámara de diputados. En este momento, Avellaneda se embarcó en una filípica contra los teatros y cines de la ciudad, que a su juicio eran escuelas de crimen e inmoralidad, tan perjudiciales e inútiles como el mismo recinto legislativo en el que se encontraban.

Entre risas, gritos, aplausos y solicitudes para intervenir en la discusión, el diputado Quiroga habló de nuevo para lamentar que su crítica a la comisión propiciara la intervención del legislador Avellaneda, que al igual que otras personas (como los reporteros que cubrían los debates de la cámara) se dedicaban a denigrar los dichos y actos de los legisladores. El temor de Quiroga resultó fundado, pues al día siguiente, la mayoría de los periódicos de la capital reseñaron, con términos irónicos y despectivos, el debate que propició la propuesta de Heraclio Aguilar.

Aunque a primera vista parece ser una discusión  intrascendente e inútil, más cercana a una comedia de equivocaciones que a un debate parlamentario, también es evidencia de la atmósfera política y moral en la que ocurrió la pandemia de influenza a finales de 1918. Destaco dos aspectos de esta atmósfera: en primer lugar la tensa y conflictiva relación entre legisladores y la prensa capitalina, que no perdía oportunidad para señalar los errores y despropósitos de los diputados federales. En segundo lugar, las ideas y prejuicios moralistas que influían en la representación del espacio y las actividades públicas. Así, el debate aparentemente irrisorio, puede ser también un punto de partida para estudiar con nuevas preguntas el impacto y las respuestas sociales que produjo la pandemia de influenza de 1918.

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