José María de Jesús Pinzón: un fraile que fue juez del registro civil

por Guadalupe C. Gómez-Aguado de Alba

En 1859 se promulgaron las Leyes de Reforma que, entre otras cosas, decretaron la independencia de la Iglesia y el Estado, lo que provocó gran disgusto entre los miembros de la institución católica. Sin embargo, no todos reaccionaron con disgusto a las nuevas disposiciones. Un ejemplo fue el fraile carmelita José Ma. de Jesús Pinzón, quien, como el resto de los miembros de las órdenes regulares, quedó bajo las órdenes del clero secular y tuvo que abandonar su convento en 1861. Cuando intentó regresar al que hasta entonces había sido su hogar, lo encontró cerrado. Entonces, según él mismo afirmó, ofendido porque no se le permitía regresar al convento y al ver “tanta ingratitud sin haber dado motivo”, decidió unirse a las filas liberales bajo el mando del general José María Arteaga y declaró su sujeción a las Leyes de Reforma.  

Al quedar “secularizado” aceptó el nombramiento de capellán de la tropa liberal y publicó varios escritos a favor del registro civil y en contra del clero de Querétaro. Pinzón defendió la “sabia ley” y afirmó que la población se había escandalizado infundadamente debido a su fanatismo, sembrado por los ministros de la Iglesia, que lo único que buscaban era “conservar y defender sus viles intereses”. Según él, en los tribunales del registro civil se trataría a las personas con dulzura y caridad y no se les exigiría el pago por sus servicios, a diferencia de lo que ocurría con los curas. El fraile afirmó que esa era una ley “sabia, prudente y caritativa”. Por su abierto apoyo al registro civil fue designado juez. Desde el punto de vista liberal Pinzón representaba a esa nueva clase sacerdotal de corte progresista que estaba de acuerdo con las críticas que en esos años se hacían al clero.

Entre 1862 y 1867 el fraile carmelita tuvo tratos con el gobernador de Guanajuato, Manuel Doblado, quien lo nombró capellán del tercer batallón; fue juez del registro civil en Tancítaro; vivió en Los Reyes; practicó la medicina y escribió numerosos panfletos contra la intervención y el Imperio, por lo que fue sentenciado a muerte por los conservadores. Para salvarse de la sentencia, huyó a la costa y durante un tiempo ejerció funciones sacerdotales a pesar de no tener las licencias necesarias para ello. Fue redactor del periódico La Paz, editado en Chilpancingo. Finalmente se estableció en Chilapa, en donde en 1868 el obispo Ambrosio Serrano le concedió el perdón por sus pecados contra la Iglesia. En mayo de 1869 este fraile exclaustrado se puso en contacto con las autoridades del arzobispado de México. Al buscar la absolución eclesiástica, declaró que su arrepentimiento era verdadero y que deseaba con ansia volver al seno de la Iglesia, del que se había apartado por su ingratitud y sus errores. También pedía perdón a todos sus hermanos “por el escándalo y mal ejemplo que les había dado con su apostasía”.

La experiencia de fray José de Jesús es útil para ilustrar no sólo las peripecias de un personaje que vivió en carne propia los desajustes y los vaivenes políticos de la época de la Reforma, sino también para comprender en qué medida el conflicto que se vivió en esos años afectó la vida de los habitantes de México y dividió opiniones, incluso entre los miembros de la institución eclesiástica. José de Jesús volvió al seno de la Iglesia después de haber apoyado abiertamente las medidas liberales decretadas por el gobierno de Benito Juárez. Su arrepentimiento demuestra que cuando las aguas regresaron a su cauce, la única opción que le quedaba para subsistir era acogerse al perdón de su prelado. No sabemos qué tan sincera fue su contrición, pero de lo que sí estamos seguros es de que renegó de la tradición católica y estuvo dispuesto a sumarse a las filas liberales porque seguramente compartía sus principios y en su momento vislumbró un mejor futuro para sí mismo. El tiempo lo desmintió y acabó con sus ilusiones, como consta en el expediente del Archivo del Arzobispado de México en donde está plasmada su historia.

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