Los usos de la literatura promocional
por Florencia Gutiérrez
Desde fines del siglo XIX, la literatura promocional impulsada por las corporaciones empresarias (libros, revistas y folletos) constituye un observatorio para conocer no sólo sus intereses sectoriales y posicionamientos frente a las cambiantes políticas públicas vinculadas a sus actividades económicas, sino para recuperar cómo estos actores procuraron construir imaginarios y forjar sentidos en torno a sus industrias. El libro Asistencia social en la industria azucarera, publicado en 1943 por el Centro Azucarero Argentino –corporación que organizaba a los empresarios del dulce desde 1894– permite conocer cómo concibieron y procuraron capitalizar el asistencialismo que desplegaron en las comunidades levantadas alrededor de sus ingenios.

A lo largo del libro, los propietarios de los ingenios de las norteñas provincias argentinas de Tucumán, Salta y Jujuy describieron e ilustraron, con numerosas fotografías, la “acción social” brindada a los obreros. A través de esta publicación, los empresarios argumentaron que en los pueblos azucareros los servicios hospitalarios, la enseñanza en las escuelas, el otorgamiento de vivienda a los trabajadores, la entrega de alimentos cuando terminaba la zafra, la multiplicación de salas de espectáculos, campos de deportes, cines al aire libre y escuelas de artes y oficios respondían a su “elevado sentimiento de humanidad y de justicia social, sin los cálculos que obedecen a las iniciativas de sello electoralista y de halago a las masas sociales”.
Las descripciones promocionales de cada ingenio constituyen el nervio de la publicación, las que fueron intercaladas con editoriales sobre salarios y jornadas de trabajo, informes oficiales de la situación obrera (como los del Consejo de Higiene) y la transcripción de las leyes laborales vinculadas al mundo azucarero (la de jornada de 8 horas y salario mínimo para los obreros de fábrica, aprobada en 1923, y la de 1925 sobre asistencia médica en los ingenios). A través del libro los empresarios reivindicaron el asistencialismo como un conjunto de beneficios atados al vínculo laboral, al que concebían como un contrato privado entre partes libres e iguales. Resultado de sus sentimientos “humanitarios y de justicia”, la ayuda social asumió una función central, especialmente desde los años veinte cuando se creó el Departamento Provincial de Trabajo (DPT), resistir la intervención estatal en el mundo laboral, como fue analizado por las historiadoras Alejandra Landaburu y María Lenis. Así, los empresarios entrelazaron la nación de trabajo, como un contrato privado, con el asistencialismo, como expresión de la preocupación por las condiciones socio-laborales de los obreros. Este binomio resultó clave en sus persistentes esfuerzos por frenar el avance del DPT y los intentos legislativos de sancionar leyes o promover derechos laborales.

El mismo año de la publicación de este libro, la llegada de un nuevo gobierno operaría un giro copernicano en el mundo azucarero: el inédito avance de la sindicalización obrera, el reconocimiento de múltiples derechos laborales y la mayor actuación de las agencias estatales en los pueblos azucareros desmoronaron la concepción privada de las relaciones laborales defendida por los empresarios y bajo esa tríada el asistencialismo perdió uno de sus sentidos: erigirse como una instancia defensiva frente a la injerencia del Estado en la esfera laboral. Por ello, Asistencia social en los ingenios azucareros puede ser leído como la cristalizada y última expresión promocional del asistencialismo empresarial del norte argentino.