por Judith Alejandra Rivas Hernández
Los temas sobre los trabajadores y sus sociabilidades, como obreros, operarios mineros y jornaleros agrícolas, son todavía escasos en Zacatecas. Existe la necesidad de historiar las acciones laborales que posibilitaron la conformación de sociedades de socorros mutuos y sindicatos, con el objetivo explicar las condiciones de trabajo y los procesos organizativos locales ¿Cómo fue la vida laboral y organizativa en Zacatecas frente a las determinaciones político-jurídicas liberales entre los siglos XIX y XX? Algunas de las respuestas las encontramos en los libros de René Amaro y Judith Alejandra Rivas, De los procesos de consolidación y ruptura de las mutualistas a los primeros sindicatos en Zacatecas, 1870-1926 (2015) y Judith Alejandra Rivas, Sindicalismo, trabajo, trabajadores y cultura obrera en Zacatecas, 1879-1941 (2019), que abordan la cuestión obrera local. Otras respuestas deberán extraerse de nuevas investigaciones históricas y del cultivo de nuestras líneas de generación del conocimiento.
Los componentes económicos, sociales y políticos que configuraron a las sociedades de socorros mutuos como asociaciones laicas fueron resultado del nuevo orden liberal y republicano, sobre todo tras el derecho natural a asociarse que contenía el artículo 9º de la Constitución del 1857. El contexto industrial local, ya en el régimen porfirista, con rasgos modernos-empresariales y financieros (expresado, por ejemplo, en la creación del Banco de Zacatecas), propiciaron la emergencia de una prensa mutuo-obrera desde donde se luchó por consolidar un discurso mutual-cooperativo, acorde con las novedosas formas de participación política, como el sufragio directo y universal (1869). La existencia de transformaciones tecnológicas en la minería, adscritas al modelo extractivo y de inyección de capital externo, y las importantes unidades productivas manufactureras (La Zacatecana en el ramo textil, fábricas de velas-jabón y tabacaleras), no lograron resarcir el atraso de la estructura industrial, al contrario, lo profundizaron con el proceso que impuso el federalismo hegemónico (fortalecimiento de las facultades del Ejecutivo Federal sobre los estados) y el liberalismo oligárquico (control económico de un reducido grupo social en la industria, comercio y banca) a finales del siglo XIX. No obstante, las sociedades de socorro mutuos se consolidaron con el surgimiento del Gran Círculo de Obreros de Zacatecas (1880) y culminó con Obreros Libres, Círculo de Obreros Católico y Asociación de Educadores Zacatecanos. El papel de las mutualistas no sólo fue laboral, sus vínculos con clubes políticos les brindó una amplia legitimidad. Empero, su crisis comenzó con la dinámica impuesta por la revolución mexicana, aunque no desapareció el pensamiento mutual y cruzó la lucha armada. En el proceso revolucionario se intensificaron las experiencias laborales urbanas y rurales, tales como las primeras huelgas obreras (Mazapil, Sombrerete y Fresnillo) y las luchas campesinas por la tierra, principalmente tras la ley de fraccionamientos rurales de 1917.
Sin embargo, con la fundación de la Cámara Obrera de Zacatecas (1917), un frente sindical amplio, cuya composición era más de trabajadores agrícolas que de las manufacturas y de la minería, y tras su incorporación a la Confederación Regional Obrera Mexicana (1918), en los años veinte se impone un laborismo que generó una escisión profunda en la organización laboral, de la cual nunca pudo reponerse. Con ello comenzó un proceso de corporativización que fue definiendo el derrotero ulterior del sindicalismo local.