Buenos Aires, Teseo, 2022
por Florencia Gutiérrez
¿Cómo resistió un pueblo azucarero del norte argentino el cierre de su ingenio decidido por el gobierno emanado del golpe de Estado de 1966? ¿Qué experiencias asociativas y actores se pusieron en marcha para defender la fuente de trabajo? ¿Por qué algunas resistencias fueron exitosas, y lograron salvar la fábrica, y otras no pudieron evitar la clausura? ¿De qué forma obreros, empresarios, productores agrarios, curas, dirigentes sindicales y políticos, comerciantes y mujeres procuraron defender sus comunidades? ¿Por qué la perspectiva local resulta apropiada para recuperar la complejidad de estas experiencias? Estas son algunas de las preguntas que el libro, coordinado por María Celia Bravo, procura responder.
El título de la obra resulta una entrada sugerente para pensar cuestiones centrales que recorren el libro. Por un lado, la noción de colapso para denominar el impacto de la política nacional, impulsada por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía (1966-1970) sobre la agroindustria azucarera tucumana. La denominación de colapso, como sinónimo de ruina y destrucción, supera con creces la de crisis. Expresa en su magnitud el drama de los pueblos de la norteña provincia argentina que asistió, en sólo dos años, a la destrucción del 40 por ciento de su parque industrial, que desde fines del siglo XIX representaba la principal actividad productiva de la provincia. El cierre de 11 de los 27 ingenios implicó una conmoción de múltiples rostros, uno de ellos fue el creciente desempleo y la consecuente sangría poblacional. Trabajadores de fábrica y surco pero también pequeños plantadores de caña no tuvieron otra opción que la de migrar. Por ello, colapso y no crisis, y por ello la necesidad de preguntarse por las experiencias de esas comunidades asoladas por las políticas del onganiato. Y aquí nos situamos en la preocupación central del libro: las resistencias de los pueblos azucareros frente al cierre de los ingenios.
La apuesta por entender por qué algunas comunidades resistieron exitosamente el cierre de sus fábricas; otras sucumbieron a las políticas económicas y sus pueblos languidecieron inexorablemente; y algunas no vieron peligrar la supervivencia de sus fábricas pero sufrieron despidos y políticas de precarización laboral constituye el principal desafío de la obra. Interpelados por comprender las múltiples experiencias frente a la decisión política de liquidar el parque industrial, la perspectiva local ilumina las formas de resistencia articuladas por los actores sociales, las mediaciones que dirigentes sindicales, políticos o curas intentaron para evitar el desplome azucarero, así como el impacto que las experiencias y tradiciones tuvieron en las múltiples respuestas que, con distinto resultado, se pusieron en marcha en los pueblos.
La riqueza de esta perspectiva le permite a Ignacio Sánchez explicar cómo las confrontaciones sindicales actuaron en detrimento de la construcción de consensos, conflictividad que incidió en el fracaso del Santa Ana en sus intentos de salvar el ingenio. Leandro Lichtamajer recupera la construcción y gimnasia de las tramas asociativas de Bella Vista, cuya vitalidad fue decisiva al momento de articular una defensa colectiva y organizada que evitó el cierre de la fábrica. También situada en la comunidad bellavisteña, M. Celia Bravo desanda la conformación y actuación de la comisión pro defensa, colectivo que encarnó la salvaguarda del ingenio: discursos, acciones colectivas y mediaciones se convirtieron en una de las más exitosas experiencias defensivas. Por su parte, Lucía Santos Lepera y Florencia Gutiérrez recuperan la experiencia de un ingenio, el San Pablo, que no fue amenazado por el cierre pero estuvo marcado por despidos que alentaron la mediación de los curas párrocos y su decisivo involucramiento en favor de las demandas obreras.
En síntesis, pueblos que agonizaron, fábricas que se salvaron pero estuvieron asoladas por despidos y algunas otras que se beneficiaron de la política azucarera fueron protagonistas de un proceso dominado por el colapso azucarero. La mirada local constituye una alternativa que permite situar con densidad, y eludiendo afirmaciones generales, las experiencias de esa dramática coyuntura provincial.