A propósito de memoria e historia

Cristina y la historia. El Kirchnerismo y sus batallas por el pasado

por Carmen Fernández Galán Montemayor

Desde una perspectiva transdisciplinar, Camila Perochena estudia la historiografía de la memoria en los recientes años de la vida política de los Kirchner y su uso estratégico de la historia de Argentina para legitimarse en el poder. Con base en los discursos de Cristina Fernández de Kirchner (en adelante CFK), formulados desde su presidencia, Perochena se pregunta si se trata de un revisionismo o de un olvido de la historia. Un corpus de 1592 discursos emitidos por CFK en sus dos gestiones presidenciales (2007 a 2015), con 51% de términos relativos al pasado, deja ver el papel fundamental de la escritura, o reescritura de la historia, en el proyecto de nación del Kirchnerismo: el revisionismo del periodo Rosista, las revoluciones americanas inconclusas, el peronismo y su continuidad en los Kirchner, los movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX (donde CFK se representa como actora esencial), las grandes mentiras sobre las Malvinas… Estos episodios se emplearon para construir una identidad colectiva y una “memoria oficial” a través de actos rituales y públicos.

El libro comienza con los testimonios del juicio contra CFK en 2019, donde ella se defiende con la frase: “A mí me absolvió la historia y me va a absolver la historia. Y a ustedes, seguramente, los va a condenar la historia”. Escena que recuerda los casos mexicanos de Elba Esther Gordillo y de Rosario Robles que se enfrentaron a una élite política masculina y que terminaron encarceladas en la coyuntura de los cambios de alianzas entre partidos y las transiciones presidenciales. Perochena hace un cotejo entre la historia y el discurso de CFK para encontrar que la estrategia principal es la emocionalidad, de ahí la importancia de articular mito y rito para la creación de una identidad argentina. De este análisis del discurso se desprenden no solamente aprendizajes sobre la historia de Argentina, también de los usos políticos del pasado en el presente, lo que ocurre en muchos países latinoamericanos.

La distinción entre historia (con fuentes y metodología) y memoria (como identidad) se basa en los distintos usos del pasado en función de una intencionalidad. Como objeto de estudio historiográfico, la memoria aparece en la historia reciente de las décadas de los 60´s y 70´s cuando se da la contraposición entre memoria oficial (o del Estado) frente a la memoria testimonial (de los testigos y participantes que contradicen la versión del Estado). Al caer la URSS proliferaron los estudios de memorias oficiales, y Michael Bernhard y Jan Kubik hacen una clasificación de estos nuevos actores memoriales: 1) guerreros memoriales: portadores de la “verdadera” historia, 2) pluralistas: adoptan una perspectiva más plural, diversas interpretaciones, 3) negadores: evitan las batallas por el pasado, 4) prospectivos: tienen la llave del futuro. Sobre esta tipología, Perochena considera que CFK es una guerrera memorial, ya que su batalla por el pasado y la reescritura de la historia tiene que ver con la verdad o falsedad, la contraposición entre nosotros (los que tenemos la verdad) y ellos (que serán “juzgados” por la historia). Todos los discursos del corpus contienen una estructura en dicotomías nosotros versus ellos, que será el hilo conductor, pues se trata de contar la “verdadera historia” frente a la historia oculta o falsificada.

La historia ayuda a gobernar y la “batalla cultural” implica la migración de símbolos para forjar identidades con dos modos de entender la historia: el centralista y el federal, vinculados a su vez a un proyecto político respectivo, asociando federalismo a lo popular. Tres escenas, tres actos representados por el kirchnerismo donde la política y el teatro se confunden (Baudrillard dixit) para llevar el discurso a la acción y mover las masas a través del embellecimiento de los rituales de Estado, relato épico, ético y estético para exaltar las emociones: simulacro de nación.

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