Memoria de familias en tiempos de guerra

por Olga Yanet Acuña Rodríguez (compiladora)

Este es el título de una publicación reciente sobre hechos de violencia en Colombia, en que se tomaron cuatro familias de regiones diferentes del país, en tiempos distintos; para tratar de dar cuenta sobre la cotidianidad de la familia en la guerra, en escenarios de violencia y en el marco del conflicto armado.

La sociedad colombiana ha vivido en escenarios de violencia continuos acompañados de persecución, intimidación, boleteo, desaparición forzada, que dan cuenta de la situación de violencia endémica que ha vivido la sociedad colombiana. Esta situación desde nuestra cotidianidad nos motivó a plantear una serie de preguntas sobre cómo viven las familias colombianas la guerra, el conflicto y la violencia. Esta pregunta dio origen a un libro colectivo en que intentamos comprender ¿cómo las familias vivieron diversos episodios de violencia en tiempos y regiones diferentes?

Así, con las indagaciones por el quehacer de las familias, su cotidianidad, la transformación de sus escenarios y objetivos se intentó dar respuesta a: ¿cómo vivió la Familia Conto Ferrer las guerras civiles decimonónicas del siglo XIX en el Valle del Cauca colombiano? ¿Cómo la Revista El Gráfico representó a la familia colombiana de los años treinta? ¿Cómo vivió la familia de Gustavo Jiménez Jiménez la violencia de mediados de siglo XX en Boyacá,  Colombia (1930-1953)? Y cómo las familias de Ciro y Patricia experimentaron el conflicto armado colombiano en Arauca y Caquetá, respectivamente, entre 1980 y 2010? Estas dos últimas familias vivieron el conflicto generado tanto por la guerrilla, por paramilitares y la fuerza pública. Estos estudios de caso hacen parte de las expresiones de violencia más recientes vividas por las familias colombianas.

A lo largo del texto pudimos apreciar cómo las familias colombianas en escenarios de guerra, violencia y conflicto han sido desplazadas de sus territorios, otras se han fragmentado, otras han sido víctimas de asesinatos, persecuciones y destierros. En muchos casos los hechos de violencia se asumen como retaliaciones, venganzas; que en ocasiones se extiende a otros miembros de la familia, generándose odios endémicos o cadenas de víctimas, sin que el Estado logre procesos de mediación, reparación o justicia.

En la mayoría de los casos pervive el silencio, el temor de las víctimas, acompañado de sensaciones de dolor, tristeza e incertidumbre. Se pudo apreciar igualmente que en muchos casos el Estado tiene un cierto grado de responsabilidad en la situación acaecida por las familias; y en los casos abordados los procesos de reparación han estado bastante distantes de las necesidades y sentir de los actores sociales. Así, se ha podido apreciar cómo la búsqueda de la paz ha tenido opositores que actúan en la esfera pública, que en la mayoría de los casos las familias no encontraron reparación efectiva por parte de sus victimarios, algo que está presente aún en nuestro contexto y que nos permite preguntarnos ¿porqué tanta oposición a los procesos de paz?

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