por Jaime Sánchez-Macedo
El mejor recurso que he encontrado para entender el giro archivístico desde la historia viene de un texto completamente ajeno al tema. Se trata de una cita de Ortega y Gasset dada en su libro La deshumanización del arte:
Imagínese el lector que estamos mirando un jardín a través del vidrio de una ventana. Nuestros ojos se acomodarán de tal suerte que el rayo de la visión penetre el vidrio, sin detenerse en él, y vaya prenderse en las flores y frondas. Como la meta de la visión es el jardín y hasta él va lanzando el rayo visual, no veremos el vidrio, pasará nuestra mirada a su través [sic], sin percibirlo. Cuanto más puro sea el cristal menos lo veremos. Pero luego, haciendo un esfuerzo, podemos desentendernos del jardín y, retrayendo el rayo ocular, detenerlo en el vidrio.
En esta metáfora, el pasado sería aquel jardín distante que observamos a través de la ventana que son los archivos. De tal suerte que, el giro archivístico invita a enfocar la mirada precisamente en las características e implicaciones de los archivos que utilizamos para ver el jardín de la historia.
La historia y la archivística modernas surgieron casi a la par bajo el paradigma positivista decimonónico, aunque ambas han seguido un desarrollo paralelo, muchas veces la archivística no ha pasado de entenderse como una ciencia auxiliar de la historia. No obstante, a finales del siglo XX varios sucesos se conjugaron para dar paso al llamado giro archivístico: por un lado, el surgimiento de los medios digitales que contribuyeron a transformar la manera de trabajar en los archivos, a lo cual se suma la consolidación de la archivística profesional, la bibliotecología y las ciencias de la información cuyos temas de estudio se relacionan con registros documentales de distinta índole. Asimismo, en el panorama político internacional los archivos adquirieron relevancia en procesos transicionales, así como en el esclarecimiento de violaciones a Derechos Humanos. Finalmente, desde campos de conocimiento tales como la filosofía, antropología, estudios literarios y las artes se comenzó a utilizar la palabra “archivo” como un concepto asociado a los dispositivos de verdad, conocimiento y memoria en la sociedad.
Para efectos prácticos considero que la manera más sencilla de definir el giro archivístico es como un cúmulo de propuestas teórico-metodológicas encaminadas en replantear la manera en que entendemos y nos relacionamos con el archivo. En este sentido, Laura Stoler afirma que se debe frenar la “empresa extractiva” en que ha consistido mayormente el trabajo de archivo dentro de las ciencias sociales y humanidades. Si bien en el pasado la obra de historiadores como Darnton, Ginzburg, Certeau, impulsaron ingeniosas maneras de interpretar los documentos, las propuestas del giro van encaminadas no solo en la lectura a contrapelo de las fuentes, sino también en tratar de entender la producción, organización y conservación documental como un objeto de estudio por sí mismo.
Aunque en un principio el giro archivístico partió de la crítica posmoderna con autores como Foucault y Derrida, en la actualidad sus postulados abarcan el papel que juega el archivo más allá del contexto europeo. A su vez, es un reflejo de nuevos actores sociales que se preocupan por construir su propia historia a partir de la preservación de la documentación que generan –no siempre documentos escritos–, es el caso de movimientos sociales y comunidades históricamente marginadas. Finalmente, el giro archivístico no sólo nos lleva a prestar atención a los documentos del pasado, sino también a involucrarnos en la construcción de los marcos normativos que, como la Ley General de Archivos recién promulgada en México, determinarán en el futuro próximo las condiciones para la producción y acceso a los archivos.