Historias del pasado que son presente. Relatos de mujeres, México, Editorial Pax, 2019
por Fausta Gantús
@fgantus
Mujeres que escriben sobre mujeres; palabras que se apropian de otras voces, voces que sobre el papel toman forma para ser escuchadas, para hacerse escuchar; palabras, voces, mujeres reclamando su derecho a la memoria. Contra el olvido…, sus pequeñas vivencias cotidianas; contra el olvido…, sus inconmensurables silenciosos dramas; contra el olvido…., las lágrimas inconfesables, las sonrisas dispuestas…, los enojos que un día, las canciones que siempre, los viajes que acaso, las partidas negadas, los regresos que nunca…, las fotografías que son lo que queramos que sean.
Recuerdos, los recuerdos de otras y nuestros, recuerdos de otras que se vuelven nuestros, nuestros recuerdos que son, sin duda, pertenencias de otras. Identidades que se funden, se confunden y al amalgamarse se reinventan. Necesidad de moldear el pasado para hacerlas mejor a ellas, para hacerlos mejor a ellos, para tender puentes con esos ancestros que a veces perturban nuestros sueños; que en la soledad del espejo revelan nuestros temores; que en nuestras acciones y decisiones nos enfrentan, en ocasiones, a la peor versión de lo que podemos ser y nos posibilitan ser la mejor versión de lo que somos. Aceptación, negación, redención. Búsqueda interminable…
¿Testimonios, cuentos…, relatos? Escritos lindantes entre territorios que se complementan y se contraponen… ¿Historia? ¿Literatura? Pertenencia indefinida e indefinida pertenencia. Plumas que habitan una tierra de nadie; relatos sin patria, sin nacionalidad…, porque su particularidad los hace universales. Como las vidas que se narran desde el íntimo espacio del recuerdo familiar, del personal recuerdo familiar.
En este libro se reúnen 14 autoras pero un sinnúmero de mujeres. Lugar de encuentro de generaciones, de dos, de tres, de cuatro generaciones…, que se prolongan en el tiempo, atraviesan el pasado siglo, se pierden en la centuria decimonónica, regresan, inevitablemente al presente. Punto de reunión en que convergen caminos que se extienden tierra adentro/tierra afuera, hasta los confines del sur, hasta los umbrales del norte; al que arriban andares que traen arenas de mares pacíficos, de mares atlánticos. Espacio de convivencia de mundos rurales y urbanos, en el que se desmontan ideas preconcebidas sobre la naturaleza bucólica del primero, sobre la supuesta civilidad del segundo… La violencia latente en ambos mundos, en todos los puntos cardinales; la violencia que acecha en los gestos de los seres queridos, a veces, a veces en los de los extraños; la violencia que se asume como parte de la vida, la violencia que orilla a rebelarse contra las costumbres, que obliga a afirmarse y hacerse cargo de la vida propia. Y la felicidad prometida, la felicidad como anhelo, la felicidad como objetivo. Y la felicidad que va y viene, que se escapa, que nos alcanza, que no sabemos que es, que no sabemos qué es, pero la perseguimos y quizá, tal vez, en ocasiones, pero a pesar de todo.
14 mujeres que tienen en común el habitar en la Ciudad de México, el tener alguna preparación académica, la redacción correcta y la ortografía pulcra… Pero todo ello es intrascendente. Lo que realmente tienen en común, lo que las une es la profunda necesidad de rescatar las imágenes –que el tiempo amenaza con borrar– de las mujeres que fueron en sus vidas referentes fundamentales. De rescatarse en esas mujeres al contarnos sus historias…, las historias que ellas crean de esas mujeres. Ejercicio interminable de fundación del ser y refundación de la memoria. Hay aquí historias más o menos verídicas pero siempre ficcionadas; hay una intención de honestidad que, sin embargo, traiciona el inconsciente anhelo de que el pasado, nuestro pasado, el de ellas que es nuestro, sea mejor, sea mejor para ellas y por ende para nosotras.