(Parte I)
por Sofía Aguilar Mancera
Desde las primeras proyecciones cinematográficas en la última década del siglo XIX, las películas han recorrido un largo camino. Empezando por las grabaciones mudas que duraban segundos, pasando por las películas a color y los home videos (VHS y DVD), hasta las plataformas de streamingpor suscripción, no cabe duda que las películas se han convertido en una forma de arte y de entretenimiento ampliamente visualizada. La cuestión es: ¿cómo los y las docentes pueden echar mano de ellas para enseñar la materia de historia? ¿Cuáles son las oportunidades a considerar?
Las películas no son reproducciones de la realidad ni del pasado, sino representaciones cuya interpretación está sujeta al grupo de personas y a la época en la que son pensadas y producidas. Pero con unos objetivos de aprendizaje bien definidos y la guía del profesorado, los filmes pueden ser materiales didácticos que hagan de la enseñanza de la historia un proceso más interesante y provechoso para los y las estudiantes. Atención: las películas nunca deben sustituir al cuerpo docente ni a los libros de texto; deben incorporarse como un complemento del currículo y su uso siempre tiene que estar justificado. Es recomendable elegirlas con algún texto académico en mente y presentar los conceptos y los objetivos antes de verla, de tal modo que el alumnado tenga una idea de aquello en lo que debe centrar su atención.
Para ilustrar, me he propuesto un acercamiento a la lucha por el sufragio femenino dirigido a estudiantes de primer semestre de preparatoria, en la materia Historia Universal Moderna y Contemporánea, utilizando la cinta Suffragette(dir. Sarah Gavron, 2015). Ésta narra la historia de un grupo de mujeres en la ciudad de Londres en 1912 que, inspiradas por la activista Emmeline Pankhurst, se unen a la campaña militante en favor del sufragio femenino. A través del personaje de Maud Watts –lavandera, esposa y madre de familia de clase obrera– se explora la difícil situación económica, política y social de muchas mujeres inglesas en los albores del siglo XX, misma que las incitó a tomar acción para obtener sus derechos. Me enfocaré en cuatro aspectos específicos de la enseñanza de la historia con películas: la concreción de conceptos abstractos, la multicausalidad histórica, la empatía histórica y las películas en relación con su contexto de producción.

Enseñar historia es enseñar a pensar sobre el pasado, y el pasado es un concepto abstracto, intangible, porque ya no está presente. Comprenderlo puede resultar difícil para los alumnos y las alumnas, particularmente para los más jóvenes. Al recrear procesos, paisajes y condiciones de vida de épocas precedentes, las películas permiten que los y las estudiantes aterricen lo que aprenden, porque le ponen cara a la información que reciben, y sugieren interpretaciones de la historia susceptibles de discusión: el referente audiovisual concreta un momento y abre espacios de debate.
Suffragettepresenta a los y las estudiantes una reconstrucción del Londres de 1912, una ciudad moderna en la que muchas mujeres ya formaban parte de la población económicamente activa –como Maud Watts–, e incluso algunas tenían acceso a la educación –como la farmacista Edith Ellyn, la señora Alice Haughton o la misma Pankhurst–, pero continuaban sin tener derechos políticos; se consideraba que la mejor manera de representar sus intereses era a través de una figura masculina, ya fuera el padre, el esposo o el patrón. Frustradas por la pasividad del gobierno ante sus manifestaciones pacíficas, algunas asociaciones feministas, entre ellas la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU, por sus siglas en inglés) liderada por Emmeline Pankhurst, comenzaron a utilizar la violencia para exigir que se les otorgara el voto y así avanzar hacia la igualdad política entre mujeres y hombres.
¿Cómo podríamos utilizar este filme en apoyo a los procesos de enseñanza y aprendizaje? Presentaré una propuesta en la segunda parte de este artículo.