La prensa ante las primeras Marchas del Orgullo Gay. Ciudad de México

por César Erik Castellanos Martínez

El 28 de junio de 1969, un bar homosexual, el Stonewall Inn, ubicado en Nueva York, fue asaltado por la policía, acostumbrada en aquellos tiempos a agredir, extorsionar y detener arbitrariamente a homosexuales y travestís. El acontecimiento no era novedad pero sí lo fue la reacción defensiva de estos últimos que espontáneamente realizaron disturbios contra la policía. El “levantamiento” se extendió por varios días. Fue el origen de lo que con posterioridad sería conocido y celebrado cada año como el día del orgullo gay. 

La conmemoración del suceso, que marcó el inicio del moderno movimiento homosexual, comenzó a extenderse hacia otros países, volviéndose un fenómeno internacional, y empezó a celebrarse en la ciudad de México diez años después por obra de las tres principales organizaciones pioneras del movimiento gay mexicano: el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria, el Grupo Lambda de Liberación Homosexual y el Grupo Autónomo de Lesbianas Oikabeth. 

Como su nombre lo indica, la Marcha del Orgullo pretendía reivindicar la homosexualidad, hacer de ella un asunto de dignidad, no de vergüenza, desprestigio o anormalidad como ocurría hasta entonces debido a la homofobia y discriminación existente. Así, a partir de 1979, la capital mexicana presenció cada año a finales de junio la realización por sus principales calles, Paseo de la Reforma y Avenida Juárez, de marchas que exigían respeto y reconocimiento hacia las vidas de las personas homosexuales y lesbianas. 

Ahora bien, la prensa de la ciudad dio un tratamiento variable a estas inauditas manifestaciones públicas, que fue desde informar sobre ellas de manera seria y respetuosa, hasta de forma irreverente, amarillista, sensacionalista o burlona; opinar sobre ellas tanto de manera positiva como negativa. No obstante, predominaron, por mucho, los comentarios homofóbicos.   

“Igualdad Pide el Tercer Sexo” (El Sol de México, ed. mediodía, 1979), “Manifestación ‘Gay’ en ‘Sentido Contrario’” (Ovaciones, 1980), “Manifestación ‘monstruo’ de homosexuales, esta tarde” (El Sol de México, ed. mediodía, 1980), “Mitin de ‘Orgullo gay’ de ‘Machitas’ y ‘Mujercitos’, el Próximo Sábado” (El Sol de México, ed. mediodía, 1981), “Con orgullo, ‘ellos’ pasearon su fragilidad” (La Prensa, 1983), “Rebelión de manas” (El Universal Gráfico, 1983), fueron algunos de los titulares, amarillistas y sensacionalistas, con que la prensa dio cobertura, mediante noticias o reportajes, a las primeras marcha del orgullo.  

Las opiniones negativas de los periodistas y comentaristas, esparcidas en diferentes periódicos pero destacando El Heraldo de México El Universal Gráfico, fueron muy diversas: invertían el sexo de los marchantes (“mujercitos” y “hombrecitas”), pensaban que eran un tercer sexo, error de la naturaleza, problema hormonal, enfermedad mental, inmoralidad, degeneración, tragedia bilógica, criminales sangrientos, pecadores, una amenaza para los niños, que buscaban convertir a todos los ciudadanos en homosexuales, que era un complot comunista para destruir la moral del pueblo mexicano, un producto nocivo del extranjero –estadounidense– que amenazaba los valores nacionales, un amor distorsionado o una práctica sexual sin amor, un virus mortal que ponía en peligro la vida y la salud de la gente normal, un factor que traía mala suerte, entre otras peculiares ideas. 

De esta forma, estos comentarios respondieron a las primeras marchas del orgullo fomentando, entre el público lector de la prensa citadina, burla, condena, desprecio y/o miedo hacia los homosexuales y lesbianas que decidieron tomar, por primera vez en la historia del país, el espacio público para reclamar sus derechos. 

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