Tres mujeres en la revolución sandinista, parte I

por Grecia Jurado Azuara

La Nicaragua sandinista de finales de los años ochenta permitió en aquel país el florecimiento de todo tipo de sueño de igualdad y justicia. Uno de tantos, de los que poco se habla, fue el ideal de igualdad entre hombres y mujeres. En aquel pequeño, pero combativo país, comenzaron a verse cuadrillas de mujeres vestidas de verde olivo, que se entregaron en cuerpo y alma a las ilusiones políticas de su generación. Junto con ellas, madres de jóvenes presos políticos; amas de casa preocupadas por los precios de la canasta básica; estudiantes anhelantes por un cambio político profundo, y mujeres de todos los sectores se organizaron a través de comités, asociaciones, partidos y frentes con el objetivo de derrocar a un régimen dictatorial y represivo que mantenía a Nicaragua en condiciones de pobreza y desigualdad desde décadas anteriores. Estas militantes lucharon hombro con hombro con sus compañeros masculinos, defendiendo su derecho a ser consideradas iguales en términos jurídicos, pero también en su vida cotidiana, como sujetos políticos cuyos espacios trascendían lo doméstico, para integrarse en las tareas políticas y militares más urgentes para su país.

Imagen 1. Susan Meiselas, 1979. Magnum Photo

Interpeladas o conmovidas por la agitación centroamericana, mujeres de otras latitudes se acercaron a Nicaragua para colaborar con la lucha. Escritoras, poetas, pintoras, académicas, entre otras, arribaron al país poniendo su trabajo y voluntad al servicio de la causa de sus congéneres sandinistas. En este escenario, que abrió una estrecha, pero significativa brecha para las mujeres, tres fotógrafas registraron, a través de su obra, aquel proceso histórico; cada una desde su muy particular perspectiva.  

Susan Meiselas es quizás la fotoperiodista más destacada entre todos los estadounidenses, en su mayoría hombres, que viajaron al sur para presenciar la revolución nicaragüense. Enviada por la agencia fotográfica Magnum, llegó al país en 1979, justo a tiempo para ser testigo tanto de la represión del dictador Anastasio Somoza contra su propio pueblo, como del triunfo final del pueblo sobre el dictador. Además de colaborar con New York Times y otros medios estadounidenses, de su experiencia resultó el libro Nicaragua, publicado en 1981 y que le ha ganado el reconocimiento tanto de colegas como de aficionados.

Imagen 2. Susan Meiselas, Nicaragua, 1979. Magnum Photo

Las imágenes de Meiselas (Imágenes 1 y 2) permiten ver a Nicaragua a través de la perspectiva de la fotografía de guerra. Nos encontramos con cuadros construidos con gran maestría y, no obstante, tomados apresuradamente en el momento preciso en que un joven lanza una bomba molotov hacia las filas de la Guardia Nacional o, por el contrario, huye de una granada militar. Aunque sus fotografías retratan los detalles más duros y conmovedores del conflicto armado, no caen en la tentación de explotar lugares comunes como el sentimentalismo vacío o la violencia morbosa. Tampoco abrevan de la épica guerrillera que se empeña en retratar hombres armados como valientes héroes ahistóricos. Si bien se trata de fotografías capturadas cerca de las zonas de enfrentamiento, muchas de sus imágenes son de población civil –niños, mujeres, jóvenes—conviviendo cercanamente con la violencia. A diferencia de la obra de muchos de sus colegas latinoamericanos, y probablemente debido a la disparidad en el acceso a recursos económicos, la de Meiselas es, en su mayor parte, fotografía a color. A pesar de tratarse de una mujer extranjera que pasara pocas semanas en Nicaragua, su lente se muestra cercana a los sujetos que captura. Meiselas capturó a una joven mujer que huye de un bombardeo con un bebé en brazos; a decenas de jóvenes dando batalla en las calles de Managua; a militares con tanquetas apuntando a esos jóvenes, y tomó también a una mujer llevando a cuestas el cadáver de su esposo. Todo ello con una técnica impecable, que nos demuestra que el trabajo fotoperiodístico es también estético y que una guerra tiene matices y actores en todos los frentes.

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