Los libros de la cárcel de Tullerías o cárcel de Belén, como fuente para el estudio de la delincuencia

por Rosa María Luna Alvarado

El Archivo Histórico de la ciudad de México “Carlos Sigüenza y Góngora” resguarda un número considerable de documentos, entre los que destacan los que se  encuentran en el Fondo Cárceles, En ellos hay testimonios invaluables sobre la cárcel de Tullerías o mejor conocida como cárcel de Belén o General, que se fundó el 22 de enero de 1863, en el colegio de San Miguel de las Mochas, en los límites de la ciudad de México, por el rumbo de la Ciudadela, Se le conoció también como Belén de las Mochas o Tullerías, esto porque los reos después de pasar un tiempo en reclusión contraían artritis reumatoide y no podían caminar bien, por ello los habitantes de la  ciudad de México los comenzaron a llamar “tullidos”.

            Cuando el reo ingresaba a la Cárcel de Belén, se registraba en un libro denominado Índice general, el cual estaba ordenado alfabéticamente. Se registraba al reo por el apellido paterno, posteriormente se le asignaba un número de partida, que iniciaba con el 1 en el mes de enero de cada año, para terminar el 31 de diciembre con el último número de partida. Hay años que registran hasta 13,000 partidas.

Imágenes 1 y 2: Libro Índice General

El delincuente era identificado todo el tiempo que permanecía recluido con el mismo número de partida. Posteriormente, era registrado en un libro denominado De entrada y salida, donde se anotaban sus generales: nombre del reo, número de partida, nombre de los padres, estado civil, edad, oficio, religión,  domicilio,  tiempo de reclusión o sentencia y si sabía leer y escribir. En ciertas ocasiones los escribientes anotaron datos adicionales como las preferencias sexuales de algunos de los reos o la clase social a la que pertenecían con base en la vestimenta. Esto marcó diferencias en el interior de la cárcel de Belén, pues quienes tenían un cierto estatus social pagaron por su estancia en el departamento de distinción para no convivir con el resto de la población carcelaria.

Imagen 3: Libro de Entrada y salida

Una vez registrados sus datos generales, se realizaron retratos hablados, fichas signaléticas y se le tomaron fotografías de media filiación, acompañadas de las huellas digitales. El siguiente paso fue enviar a los reos a los diversos departamentos con que contó la Cárcel de Belén, éstos eran para hombres, para mujeres, mendigos, músicos, ciegos, el coche destinado para los homosexuales y un área para las visitas de los abogados y familiares conocidas como el locutorio, entre otros. Existió un departamento especial para niños llamado pericos

Imagen 4: Retratos hablados y fichas signaléticas

 Una vez instalados en los respectivos departamentos o bartolinas, cada uno de los reos recibía dos platos, una cuchara, una taza, jabón y un petate. Con el paso de los días, los escribientes realizaron anotaciones en el libro denominado De extractos de sentencias, en donde es común encontrar información sobre el modus operandi de los delincuentes.

En el fondo cárceles se encuentran libros donde se registraron los nombres de los reos que se negaban a trabajar y las sanciones a las que se hacían acreedores, a éstos los castigaban con la incomunicación en las celdas o bartolinas hasta que decidieran trabajar en algún taller. Desde luego también se registraron otro tipo de castigos relacionados con los delitos de rebelión y sedición.

Las autoridades, igualmente reglamentaron las vistas conyugales, en libros llamados de visitas conyugales donde aparece el nombre del reo, su esposa y, en algunos casos, dos o más concubinas, acompañadas de fotografías.

En los libros y expedientes es común encontrar datos sobre cómo se vendían y consumían bebidas embriagantes y marihuana. En estos testimonios encontramos novedosos sistemas para introducir alcohol en la cárcel de Belén, que consistió en llenar tripas de animales, esconder la marihuana en cajas de cigarros con la intención de confundirla con el tabaco, entre los tacones de los zapatos y entre las trenzas de las mujeres.

            La importancia de estos libros es que pueden ser consultados por historiadores, abogados, criminólogos y público en general, interesados en conocer la historia y dinámica interior de las cárceles en nuestro país, así como descubrir las continuidades y rupturas a lo largo del tiempo en el tipo de delitos cometidos o la aparición de nuevos, como el lavado de dinero, trata de personas y narcotráfico.

Imagen 5: Fondo Cárceles

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